El aprendizaje de la lectura es un logro para la persona
porque constituye los cimientos para que los conocimientos que adquiriremos se
puedan aposentar. De este tema se ocupa Isabel Solé en su libro Estrategias de
lectura. En el segundo capítulo, la autora nos dice que cuando leemos lo
podemos hacer inducidos por dos objetivos diferentes cuando lo hacemos por el
placer que la lectura nos puede proporcionar o cuando el objetivo que tenemos
al leer es aprender. En el primer caso, la lectura proporcionará formación
integral para la persona, porque la lectura nos acerca a la cultura y a
diferentes culturas y hace que la persona cambie sus puntos de vista y crezca.
Y cuando la lectura se hace con el objetivo de aprender, esto es la lectura
como instrumento para el aprendizaje, podremos
aprender a aprender mediante un tipo de lectura comprensiva en al que el lector
tiene una posición activa. La autora asocia esta manera de leer con la
necesaria para un aprendizaje constructivista, en el que se relaciona la
información nueva con los conocimientos que poseemos sobre el tema,
(conocimiento previo que se presenta según la autora mediante los llamados
esquemas de conocimiento), añadiendo información o contradiciendo la que ya
tenemos. Una vez se reorganizan los conocimientos nuevos con los antiguos se produce
el llamado aprendizaje significativo que
define Ausubel (1963).
Es importante de cara a elaborar actividades de comprensión
lectora lo que indica la autora cuando nos dice que para que la lectura sea
productiva debe tener sentido para el que la lee, debe encontrarle una
utilidad. Para ello la actividad debe poseer unas instrucciones claras y
conocidas para que el lector sepa qué debe hacer y qué se espera de su lectura. De ese modo podrá
hacer una lectura con intención. La persona debe estar motivada por la tarea
que le proponemos y también sentirse competente para realizarla. (Esto se
podría relacionar con las teorías motivacionales del aprendizaje). A esto añade
el que el interés “se crea, se suscita y se educa”, dando una importancia clave
al entusiasmo que muestre el profesor en una determinada lectura y a los
objetivos que se marque con respecto a ella. Esta en nuestra mano el que se
produzca interés en nuestros alumnos y esto me ha hecho recordar a Daniel
Pennac cuando en su obra Mal de escuela nos describe al buen profesor como el
que siente pasión por la materia que imparte.
A continuación tenéis un enlace a una actividad de comprensión lectora: un juego de pistas.